La tecnología militar avanza a pasos agigantados (se dice que están 10 años por delante de nosotros). Y entre sus necesidades está crear un material que sea capaz de resistir los impactos de bala. (Las balas son cada vez más penetrantes). A raíz de esto, la Universidad de Washington tomó por encomienda desarrollar un material que supere al kevlar.
Este último es eficiente, pero la meta es obtener algo más barato y que sea más fácil de trabajar. Para esto, el equipo de investigadores anteriormente dicho está barajando incluir proteínas musculares sintéticas. No obstante, hay inconveniente, estas suelen ser complejas de tratar y muy caras. Hace una década se pensó que el sería el grafeno, sin embargo, fue descartado por sus altísimos costes de producción.
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Washington trabaja en chalecos antibalas más resistentes.
El equipo supo que debían implementar proteínas musculares sintéticas para hacer textiles, implantes médicos o prótesis. Al tenor de esto, los investigadores trabajaron en proteínas diferentes mostrando un particular interés en la titina. Quien dota a los músculos de elasticidad, pero justo por su gran tamaño es compleja de tratar. Así, consiguieron un material más duro que el kevlar. Pero hay más aplicaciones que todavía podrían rifar, como sutura en humanos. U otros polímeros. Francamente consiguieron dos de sus objetivos, es funcional y barata. Ahora sólo falta ver como se distribuye entre los contratistas bélicos.
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