En Japón reinan la religión sintoísta y budista, el grueso de su población conserva estas tradiciones que buscan preservar un bienestar espiritual. Aunque sí tienen muy claros que una persona necesita la paz antes de poder descansar. Hoy responderemos a la pregunta ¿Cuál es el cielo de los japoneses? Primero debemos entender que ellos creen en una deuda moral llamada Gimu (義務). que le deben a sus padres, ya que fueron ellos quienes dotaron de vida. La única forma en que se pueden quitar de esta cadena es dándole a los progenitores una muerte pacífica, cuidándole en su lecho de muerte, resolviendo sus últimos problemas, perdonando rencores y resolviendo todas las dudas.
Verás, según ellos, todos tienen un Kami [神], que es un espíritu divino equivalente al alma. Una vez muerto el cuerpo físico, este ser continúa interactuando con el mundo de los vivos al grado de seguir requiriendo cuidados, alimentos y entretenimiento. Si un hijo salda su gimu correctamente, el padre o madre se vuelve un sorei [祖霊], un espíritu benévolo que alejará los males. De lo contrario, se haría un yurei (幽霊), que es lo opuesto. A raíz de esta creencia, la población una necesidad de paz con los fallecidos. Por lo que muchos hogares tienen altares caseros donde ofrecen comida y sake. De hecho hay un festival llamado Obón, que se festeja cada verano y obliga a sus paisanos a volver a su tierra natal para quitarse esta deuda de encima.
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¿Cuál es el cielo de los japoneses?
La primera religión que se profesó en japón fue el Sintoísmo, ahí, nuestro mundo físico se llama konoyo [この世] teniendo al anoyo [あの世] como contraparte espiritual. Un difunto puede fácilmente pasar de uno a otro, lo que “explica” porque los japoneses están tan obsesionados con actividades fantasmagóricas. Pero,la antesala del mundo espiritual es el yominokuni [黄泉の国] al que se puede acceder físicamente en Yomotsu Hirasaka, en Izumo, prefectura de Shimane.
Con la aparición del budismo, llegó la tradición de incinerar a los difuntos para que tanto alma como cuerpo lograran pasar juntos a la nueva vida. Ahora, el final espiritual de las almas es un lugar llamado Jodo (浄土) y su equivalente en desgracia llamado jigoku (地獄), un infierno que cambiará según el visitante. Es decir, puede ser un lugar increíblemente caluroso, o monstruosamente frío.
La gente está obsesionado con el Jigoku, ya que tiene múltiples “entradas físicas” como los pozos calientes de Beppu, Noboribetsu en Hokkaido, el Monte Tate en Toyama, Monte Osore en Aomori o el templo de Senkoji en Osaka donde están las dos, el cielo y el infierno. Fue en el período Heian (平安時代, 794 – 1185) que apareció esa idea de morir en completa paz que te dije iniciando el video. Durante estos días, se acostumbraba que la gente en su lecho de muerte fuera totalmente apartados de toda actividad para que no se distrajeran. Pues cualquier idea impura enveneraría su espíritu y no podría morir en paz.
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¿Había diferencia entre las clases?
Aquellos bendecidos con un estatus más alto, tenían un zenchishiki (善知識), que era el equivalente a un enfermero que, además, recitaba poesías [sutras] para ayudarle a la concentración. Fué aquí cuando iniciaron las incineraciones aunque eran específicas de la clase alta. Ya que, creían que se acercarían a Buda más rápido que siendo enterrados. Durante el período Edo apareció el seppuku (切腹), también llamado harakiri (腹切り). Ese ritual que hacían los samuráis para desuscribirse de la vida apuñalándose el vientre, porque ahí estaba el kami. Con esa herida, su espíritu saldría a la brevedad posible y el hombre detrás, no tendría ninguna vergüenza o cargo de conciencia, además de obtener el perdón de su señor o Shogun.
Curiosamente, este método también se usaba en los condenados a muerte, era considerado un regalo piadoso, siendo penado hasta 1873. Es preciso señalar que Japón tiene una de las esperanzas de vida más grandes del mundo, lo que explica cómo es que los ancianos tienen mucho tiempo para prepararse, disfrutar de su retiro y aprovechar de sus nietos. Pues los abuelos están muy presentes en la crianza de los más pequeños.
Hoy, Japón es el segundo país más ateo, pero sus rituales mortuorios no han cambiado mucho. La mayoría elige morir en la quietud de su hogar en lugar de despedirse hospedados en un nosocomio. Eso sí, la superstición les ha hecho impensable la donación de órganos, pues creen que una persona debe ser cremada en su totalidad. Cabe señalar que la gente de mediana edad se involucra cada vez menos en los procesos funerarios dejándolo todo en manos de empresas particulares.
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¿QUÉ ES OBÓN?
“Obón” viene del sánscrito y significa “colgando boca abajo”, proviene de un mito sobre un discípulo de Buda que era capaz de ver a su madre muerta colgando boca abajo en el infierno budista. Lejos de la espeluznante escena, se trata de un festival familiar con rituales como el baile Don Odori y la ceremonia de faroles flotantes llamada Tōrō Nagashi. Esta tradición tiene más de 500 años y originalmente pasaba el día 15 del séptimo mes del calendario lunar, al menos en Tanabata sigue fijo, mientras que el resto del país adoptó el calendario gregoriano. No tiene un día festivo oficial en el calendario, pero significa una gran derrama económica para el país, de modo que muchas empresas dejan cualquiera de las siguientes fechas como días libres.
El mas famoso es el Hachigatsu Bon (8月盆) entre el 13 y el 15 de agosto, pero también está el Shichigatsu Bon (7月盆盆) del 13 al 15 de julio, [principalmente en la región de Kantō y Tōhoku]. La festividad tiene sus raíces en el budismo indio más antiguo, y es el periodo en que las almas de los caídos se reúnen con sus familiares en búsqueda de compañía, ayuda o relajación.Como buenos huéspedes que son, los japoneses limpian, ordenan sus casas y ofrecen comida variada a los espíritus delante de un butsudan (altar budista). Dichos alimentos suelen ser una representación de sus fantasmagóricos visitantes, por ejemplo, como creen que los kamis vienen cabalgando, pone berenjenas (Que son las vacas), y pepinos (que son caballos) con palos que vendrían a ser los difuntos. No podía faltar un imperdible cuenco con incienso.
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Así se ve el cielo de los japoneses.
Continuando con las festividades, existe el kimo dameshi, en donde los mas chicos se retan mutuamente para ver quién se atreve a pasar por los lugares mas tenebrosos. También está la danza Bon Odori donde la gente baila sobre una tarima de madera, las mujeres lo hacen específicamente vistiendo un kimono de algodón llamado Yukata.
Además se caligrafían a mano unas lámparas de papel, [chōchin] así como arreglos florales. En su mitología, las almas se guían siguiendo el humo que producen antorchas llamadas Mukae Bi, así que la despedida consiste en una caminata hasta el cementerio para que los familiares vuelvan a su descanso eterno. Pero la variante más famosa de este festival es el tōrō nagashi [灯籠流し], consiste en crear barcos de madera que llevan consigo las linternas de papel que te comenté hace un momento. De esta manera es como suelen honrar específicamente a los fallecidos por los bombardeos en Hiroshima, Nagazaki y la Segunda Guerra Mundial en general.
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